Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?
Jesús le dijo:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Este es el primero y grande mandamiento.
Mat 22:36-38 RV 1960
Muchas veces hemos mencionado este pasaje, cuando Jesús responde a la pregunta de cual es el mandamiento más grande, pero quizás pocas veces nos hemos detenido a analizar el mismo. En las palabras de Jesús hay una variación a la cita de Deuteronomio 6:5 que dice: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”.
En Deuteronomio se usan las palabras corazón (lebáb לֵבָב ), alma (néfesh נֶפֶשׁ) y fuerzas (meód מְאֹד), que hacen alusión a los sentimientos, el ser entero y de manera intensa respectivamente. La misma palabra hebrea usado para corazón (lebáb לֵבָב) se llega a traducir como inteligencia, entendimiento, meditación y voluntad en pasajes como Job:12,3, 34:10 y 34:34.
Sin embargo, Jesús es más claro a través de los escritos del Nuevo Testamento, donde se usa corazón (kardía καρδία), alma (psujé ψυχή), y mente (diánoia διάνοια) respectivamente. De nuevo se considera corazón a los pensamientos o sentimientos, alma al ser entero y de manera intensa, pero la palabra griega díánoia, usada para mente tiene como definición pensamiento hondo, propiamente la facultad mental, por implicación su ejercicio.
Y sucede que para amar se debe involucrar todos estos aspectos: los sentimientos, la mente y por consecuencia la entrega del ser entero. Desafortunadamente muchas veces se ama con los sentimientos y se nubla la razón, precisamente es ahí donde se puede caer en engaños y situaciones complicadas para nuestras vidas. Pero cuando se ama en armonía entre los sentimientos y el ejercicio de la mente, se corre menos riesgos a vivir decepciones, engaños y frustraciones, se llega a amar con madurez y por consiguiente la entrega del ser puede ser completa.
Nuestro Señor Jesús mencionó que “Dios es espíritu, y que los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jn 4:24).
Y no se trata de adorar por adorar, ni siquiera Dios lo pide así; no se trata de dejarse llevar por el sentimiento y la emoción. Amar conlleva el ejercicio del intelecto, de amar con la mente, de razonar, de entender quién es Dios, no es solo el intentar sentir, (porque en todo caso cualquier sentimiento podría argumentar que la creencia que se posee es verdadera); pero Dios demanda el ejercicio de la mente, lo que nos indica que no debemos ser cristianos pasivos, sujeto solo a desarrollar una espiritualidad basado en lo que otros digan, sino a una relación directa con Dios, de leerle, de escuchar su palabra, de revisar si lo que nos dicen es cierto o no, así como los bereanos que estuvieron dispuestos (δέχομαι déjomai) a percibir, recibir, tomar, aceptar. comparar el mensaje, y a escudriñar las Escrituras, para ver si lo que se les predicaba era cierto o no, por ello cada día estudiaban las escrituras ejerciendo la mente. (Hech 17;10-11).
Parafraseando a Galileo Galilei: “No deberíamos estar obligados a creer que Dios que nos ha dotado de inteligencia, sentido común y raciocinio, si tuviera como objetivo privarnos de su uso. “ Galileo Galilei, (1642)
Cuando leemos los textos donde los apóstoles comparten el evangelio, nos damos cuenta de que usaron la apologética para compartir la verdad, apelaron a la razón para aquellos que querían encontrar la verdad. Generalmente se piensa que “los ateos son pensadores razonables y que los cristianos son borregos ingenuos que se creen todo lo que les dicen sus lideres”. Y aunque se escuche triste, muchas de las veces así es.
Si bien, leer la Biblia, orar, participar en la iglesia y ayudar al prójimo es algo sumamente importante, de igual importancia es necesario convertirnos en buenos defensores de la fe. El apóstol Pedro escribió al respecto:
Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
(1Pe 3:15 RV 1960)
La palabra original que el apóstol Pedro usó para razón es logos, la cual implica razonamiento como el ejercicio de una facultad cognitiva. Dios solicita un amor integro, donde la mente no es sometida, sino que el ejercicio de la razón, del por qué amarle y reconocerle como Dios tiene un principio sólido, y no puramente emocional.
Por otro lado, las personas que cuestionan nuestra fe tienen derecho a esperar argumentos lógicos, claros e inteligentes, basados en la razón. La verdad es razonable, no deberíamos tener miedo a los desafíos mentales u objeciones al cristianismo, sino tener el conocimiento suficiente y las evidencias necesarias para quien demande razón de nuestra fe, teniendo la respuesta adecuada para cada pregunta para quienes aún no creen, y para nosotros mismos, por lo que derive por nuestro propio andar hacia Dios, o de nuestros amigos en la fe para así ser más fuertes espiritualmente.
La apologética no es en si el fin, sino un instrumento eficaz en las manos de Dios, para el conocimiento de Dios mismo, de Jesús; con la guía de su Espíritu será posible conocerle de manera más profunda y significativa.
William Lane Craig (1984) menciona que en la escuela elemental e incluso en las universidades, los adolescentes y jóvenes cristianos son agredidos intelectualmente con todo tipo de cosmovisión no cristiana, junto con un relativismo abrumador. Si los padres no están intelectualmente comprometidos con su fe y no tienen argumentos sólidos para el teísmo cristiano y buenas respuestas a las preguntas de sus hijos, entonces estamos en peligro real de perder nuestra juventud. Ya no es suficiente enseñar a nuestros hijos historias bíblicas; ellos necesitan doctrina y apologética. Y agrega que pareciera que hemos formado una generación de nuevos cristianos que se les brinda con balas de goma y escudos de celofán para intentar defender su fe contra argumentos anticristianos que utilizan cualquier tipo de estrategia para destruirlos.
Aunque el mejor argumento del cristianismo no son las palabras, y si una vida semejante a la de Cristo que es fruto de una relación de amor con él, quien es nuestro modelo para seguir; debemos tener la seguridad sobre que creemos, que nuestra creencia este fundada sobre la Verdad (realidad) y que no se haya afectado por un relativismo y/o pragmatismo religioso
Debemos proveer las evidencias de nuestra fe. Como lo argumenta Alice E Luce (1965), «La palabra evidencia viene del latín, y significa «lo que hace ver algo con claridad». El valor preeminente de las evidencias cristianas está en que benefician a los creyentes mismos, fortaleciéndoles en su fe, demostrándoles que su posición es inconquistable».
Esta es la razón de la formación de este grupo de estudio: amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente. Profundizar en el estudio de la Palabra, en espíritu y verdad.
Entendemos que en el cuerpo de Cristo hay diversos ministerios y que todos ellos están para el servicio y edificación de la hermandad; en ningún momento menospreciamos, ni intentamos suplir otros ministerios como la oración, evangelismo, pastoral, caridad, etc. En realidad, queremos sumarnos a cada uno de ellos para que la misión encomendada por Cristo a los hombres sea palpable en nuestros días en todas y cada una de sus áreas.
«Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina».
(Tito 2:1 RV 1960)